martes, 30 de mayo de 2006

Método no-ortodoxo 2

El viernes a última hora es un mal momento parar dar matemáticas. Además era un repaso para el examen que he hecho el lunes. Como en todas las clases hay un Alumno_pesado, no tienes un momento de tranquilidad. Lo puse en primerísima fila: fila cero la llamo yo. Por delante de la primera fila y cerquita de la puerta. la puerta estaba abierta porque hace un calor horrible.


Nada, que el niño empieza a hacer de las suyas: que si miro al infinito, que si miro fuera, que si hablo con el de dos sitios más allá, tiro la goma al pasillo, hago ruido con la mesa.... Al final me canso y le advierto que lo voy a tirar fuera; al pasillo. Mi mira, baja la cabeza y dice que ya se estará callado. Pero, como siempre, eso es mentira. Yo ya lo sabía, así que mientras explico cómo se traza la mediatriz de un segmento pienso en su castigo ejemplar.


Mientras estoy de espaldas, escribiendo en la pizarra, oigo un ruido de bolis que se caen al suelo y al Alumno_pesado medio tumbado en la silla recogiéndolos y con la mesa inclinada.


Vale, Alumno_pesado, salte fuera, al pasillo, con tu mesa y tu silla.


Le hice girar la mesa de modo que pudiera ver la pizarra desde el pasillo. Era bastante cómico verlo allí fuera. Los demás lo miraban como sin creerlo. Yo pensaba en un alumno, o un profesor que en ese momento pasara por el pasillo y que lo viera ahí fuera. ¡Qué vergüenza! Si se comportaba bien le dejaría pasar pero por supuesto, lo iba a dejar allí un rato para que sintiera esa sensación de ser un moñas.


Diez minutos después entró y ya no dio más la paliza. Seguramente temía que le hiciera algo peor. Tendré que ir pensando algo...


Por cierto, mañana hay claustro así que me quedo a comer en las cercanías del centro.


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