viernes, 31 de agosto de 2007

Vine del norte

No me dejo caer por aquí. Este verano no he parado en casa; he estado por ahí de (merecidas) vacaciones. Lo que más me gustó fue el norte de España. Aunque el clima no acompañó mucho, uno se acostumbra a la lluvia pronto y puesto que no hacía frío se estaba muy bien. Eso sí, olvídate de ver el sol. Es muy bonito ver que todo está verde y que las vacas están pastando al lado de la autovía como si nada. En cambio, en el sureste las carreteras circulan por enmedio de desiertos y los únicos animales que ves son los gatos, perros o ratas atropellados en la calzada. Eso me dejó con la duda; ¿allí nunca se atropella a ningún bicho? Yo iba con el coche y pensaba "¿y si me sale ahora un ciervo?" No deben ser tan tontos como para arrimarse demasiado.

Por desgracia todo eso se acaba pronto y ya estoy de nuevo en casa esperando a que me llamen a filas para seguir dando la chapa con la trignometría o la suma de fracciones. ¡Qué pocas ganas tengo!

Pequeña galería fotográfica. Clic para ver con más detalle.


miércoles, 15 de agosto de 2007

Dilema del prisionero

Estoy leyendo un libro de William Poundstone titulado El dilema del prisionero. El dilema del prisionero es en realidad un juego entre dos personas en el cual a cada jugador se le plantea el mismo dilema. En ese dilema debe cooperar con el otro o bien traicionarlo, en la terminología se llama desertar, y no hay posibilidad de comunicación entre los participantes. El dilema se produce porque cooperar con el otro proporciona beneficio si el otro coopera también, sin embargo traicionar al otro jugador cuando él coopera proporciona todavía más beneficio. La tentación de traicionar es fuerte. Escribo un ejemplo que tomo del libro de Poundstone.

Has robado el diamante más grande del mundo y quieres venderlo porque no te interesa el diamante sino amasar una gran fortuna. Encuentras a un comprador, el señor X, vinculado a la mafia, que colecciona diamantes y otras piedras preciosas el cual te ofrece una suma enorme por el diamante; una suma tan grande que es seguro que ninguna otra persona la podría mejorar. Al contactar con él te ofrece un trato: reuniros los dos a solas, tú con el diamante y él con un maletín lleno de billetes (usados y no consecutivos) en un cierto campo de trigo. Entonces, una vez te haya enseñado el contenido del maletín y tú el diamante os intercambiaréis la mercancía.

Pero tú conoces un poco la trayectoria del Sr. X. Sabes que es inteligentísimo y que busca, al igual que tú, su propio beneficio. Sabes también que él ha hecho otros intercambios similares en los que, para demostrar su buena fe, abría su maletín y enseñaba el dinero. Acto seguido sacaba una ametralladora y se cepillaba al pobre iluso. Así que el Sr. X se llevaba el objeto y el dinero. Sabiendo que esto podría ocurrir no aceptas ese trato y se te ocurre éste:

No os reuniréis. Cada uno irá a un campo de trigo diferente separado por cientos de kilómetros (por ejemplo, tú a uno de Villarriba y él a uno de Villabajo) y allí esconderéis el diamante y el maletín con la pasta. Una vez estén escondidos os llamaréis y os indicaréis dónde está escondida la mercancía y el dinero; iréis allí y cogeréis lo que queréis: tú el dinero y el Sr. X la piedra. El Sr. X acepta. ¿Qué deberías hacer?

Si ambos cooperáis obtendréis lo que queréis; si ambos os traicionáis os quedáis como al principio. No perdéis nada. Si le traicionas y él decide cooperar te llevarás el diamante y el dinero. Por otro lado, cooperar cuando el Sr. X te traicione te hará quedar como un/a auténtico/a loser. Por lo tanto, para no perder, lo traicionarás. Pero los dos sois personas racionales y el Sr. X puede estar pensando exactamente lo mismo. Quizá sea lo mejor cooperar y obtener lo que cada uno quiere; él desea el diamante, lo quiere a toda costa; tú quieres el dinero, el diamante no te sirve de nada excepto para conseguir el dinero.

Esta no es la formulación original del dilema del prisionero pero es una que me gusta mucho. En la wikipedia puede leerse esa formulación.