jueves, 23 de febrero de 2006

Fin de la primera etapa

Hago el último repaso de bachillerato. Recojo ejercicios que mandé para subir nota. Luego tengo al grupo malo y les clavo el examen. A los diez minutos más de la mitad de la clase ha entregado. Paso de ellos y cuando faltan diez minutos para el patio los mando fuera. Son de pesados.... Los corregí y salvo alguna honrosa excepción caen todos. La verdad es que es una clase mediocre.

Tengo sueño, me entretengo hablando con otros profesores y llego 40 minutos tarde a la biblioteca. Firmo y suena el timbre. Me voy mientras tres alumnos que estaban allí me miran con cara de sorpresa. Tengo que entregar más exámenes. Se me olvidó comentar que el martes hice otro examen; un clon del examen del viernes. Me aprueban 6 de 22. Al menos hay un 9,25. Alborotan, gritan, me llaman seis o siete alumnos a la vez. Mi cuerpo está allí pero mi mente no. De hecho no sé dónde estaba mi mente en ese momento. Seguro que ni se había despertado todavía. Corrijo el examen y pido a los dioses que se acabe la hora. Sólo quiero irme a casa y ver Frasier (estoy enganchado).

Decidí corregir los exámenes porque si no hago pereza. Pero me llama el profesor-al-que-sustituyo y me dice que vuelve mañana viernes. Supongo que con un poco menos de previsión no me podía haber llamado. Vale, me resigno. No puedo hacer nada. Pero no corrijo los ejercicios que me entregaron los de bachillerato. Tienen examen a primera hora, pero yo no estaré. Iré de 9:30 a 10 para hacer los papeleos, despedirme de los compas y largarme de allí. No es mal sitio.

El lado positivo: mañana voy a dormir un poco más.

El lado negativo: ¿dónde estaré la semana próxima?

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