miércoles, 15 de febrero de 2006

0% de stress

Hoy tenía sólo dos clases. La primera ha sido todo un aburrimiento. He puesto otro examen; para el viernes día 24. Los alumnos estaban dormidos; yo también. Sólo reaccionan si paso lista.


La segunda hora es con mi curso malo. Tenían examen de literatura y sólo me atendían dos (exactamente dos) de los 25 que son en clase. Tras hacer un ejercicio en la pizarra y hacerlo con cada vez menos ganas hasta el punto de escribir sin decir una palabra he puesto punto y final a la clase. Les he dejado estudiar (es decir que les dejo que no hagan nada pero sin armar follón) y me he puesto a hablar con tres alumnos de los más chungos. Al final cinco o seis han hecho un corro a mi alrededor y me han estado contando sus penas. Todos se asombran de que sea tan joven y quieren saber si salgo de fiesta, si bebo. En el fondo y aunque no son conscientes, se sorprenden de que un profesor sea también una persona.


Me preguntan que cómo es eso de ser profe sustituto. Ellos escuchan muy atentos. Les digo que no llegas a conocer a los alumnos y que ellos no te conocen. Les digo que ellos no me conocen. Que me gustaría un ambiente distendido en clase, que no quiero gritar (no tengo mucha voz) que me gusta la participación. Ellos dicen que también prefieren participar pero que muchos profesores sólo llegan, dan la clase desde la pizarra y se van. Eso me extraña porque cuando yo iba al instituto nadie quería salir a la pizarra. Cuando, a veces, he pedido voluntarios (excepto en bachillerato) siempre han salido. Incluso cuando no los he pedido; algunos se han ofrecido a hacer un ejercicio en la pizarra. ¡Y lo que es más; hasta sin tenerlo hecho, lo improvisan delante de todos! Si se equivocan los voy corrigiendo. Eso sí que me impresiona.


Unas horas más tarde estaba en el Espai Campanar tomando un café extra caro y extra delicioso. Me llevé algo de leer y como a esas horas está desierto, sólo se oye el hilo musical. Pedí un café llamado Blue Mountain que es originario de Jamaica. Vale 2,30€ la taza. Es la primera y la última vez que lo tomo. También probé otro de Kenia que estaba tan bueno como éste (1,60€). Me sentía como Frasier en el Café Nervosa.

Hasta mañana.

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