De lo que aconteció en el día de San Valentín y en la reunión y en el día de hoy

La reunión no llegó a producirse. El mismo miércoles hablé con un par de profesores del departamento y nadie sabía nada. Iba a mi última hora, el miércoles, y todavía no sabía si me tendría que quedar o no. Llego a clase y me doy cuenta de que me había dejado las libretas de los alumnos en la sala de profes. Voy para allá y me encuentro a la jefa del departamento.

No estoy muy seguro de si ya he hablado de ella. Es una mujer vieja y menuda con una cara arrugada y voz bronca. Creo que fuma más que come. Se puede oír su respiración en la cual hay un leve pitido. Huele a cenicero. Si la cogiera y la partiera por la mitad como una caña de bambú dentro habría ceniza. Pero todo ello es soportable comparado con el rimmel que se pone. Yo no tengo nada contra las mujeres que usan rimmel, por supuesto, aunque me parece que está pasado de moda; lo que pasa es que cuando hace grumitos da cosilla. Casi me lloran los ojos de pensarlo. Imagina unas pestañas con exceso de rimmel. ¡Agh! No lo soporto; me da grima.

Decía que me encontré a la jefa (de ahora en adelante: Grima o mejor: Grimmel, jejeje) en el pasillo. Le pregunto y me dice que no hay reunión, que me lo iba a decir. Vaya mierda de comunicación intradepartamental. El miércoles que viene parece ser la fecha de la reunión.

Bueno, San Valentín ha pasado sin pena ni gloria por el Sin Nombre. Pensaba que no había nada organizado y resulta que habían puesto un buzón para mandar cartitas de amor. La verdad es que no tuvo mucho éxito por lo que he visto. La nota curiosa del día la puso una alumna cuando me interceptó (como si fuera una emboscada) cuando iba a una clase, se puso delante de mí con los brazos extendidos y me dijo: «Feliz San Valentín, Garin». Yo, que pensaba que me iba a saludar sólamente, la interrumpí diciendo: Hola. Pero cuando el cerebro procesa toda la frase, me giro un poco, la miro y veo que no tengo ni idea de quién es. No le doy clase, eso seguro. Para darle un toque amoroso a mis clases, puse un corazón en la "i" de "ecuaciones", al escribirlo en la pizarra, cuando empecé ese tema. Para que digan que no soy romántico.

Hoy es el día-L y curiosamente ha sido el mundo al revés. Empezamos mal, sigo peor en una guardia y llego a la siguiente clase de mal humor. Era Juegos de Lógica. Pues tal como llego oigo una música pop a un volumen considerable. Cuando localizo la radio, que estaba enchufada, encima de una silla una alumna me pregunta si me importa que demos la clase con la radio enchufada. Creo que casi me explota la vena de la frente. Me parece que le grité un poco. Resultado, la radio se desenchufa. Pero no había acabado todo. Un alumno me dice que no tiene silla. "¿Y ésa?" le digo señalando la de la radio. "Es que está sentada la radio." ¿Pero lo mato o no? Vale, el chico coge la silla. Cuando ya pensaba que me podía relajar dos o tres alumnos me preguntan si pueden estudiar para el examen de inglés de después. Les digo que no pero me dicen que pueden estudiar y jugar a la vez. Bronca. Al final consigo una clase decente.

Y el día al revés acaba con unas clases a última hora que podían haber sido horrorosas pero han sido relajadas. Los dioses no son tan cabrones, al fin y al cabo. Así que me he permitido un comentario en el 4ºESO, porque me sentía espléndido. Un alumno, que se parece al crío de la serie Aída, el de los rizos (es que habla igual, lo tenías que oír), me dice que "se hace un lío con los cosenos". Le replico que a mí lo que me lía son los senos pero nadie parece entender la gracia. Bueno, mejor.