El cuerpo bajo la sábana

Hoy me ha ocurrido algo nuevo en el camino hacia el insti. Como alguna vez he dicho, el caminito se las trae; algún día debo dedicarle un post. Tiene partes de carretera decente, un trozo de autovía, carretera menos decente, carretera con baches, algo que ya no puede llamarse carretera y unas cuantas rotondas. Al final se llega a una pendiente bastante pronunciada al lado de la cual está el instituto. Cuando llueve, ríete tú de las Niaga Falls. El panorama asusta más si añadimos los 4 o 5 autobuses que llevan a los niños a sus casas.

Bien, que empiezo a divagar. Todo esto va porque al poco de dejar una de las carreteras decentes y tomar otra peor he notado una retención anómala. Siempre encuentro retenciones pero no allí (¿quién rayos va a coger esa carretera?). Poco a poco veo la familiar gasolinera a mi izquierda y dos coches de la guardia civil a la derecha; parados en lo que debería ser el arcén (sólo había tierra). La sirena estaba apagada pero no así las luces azules. Entre los dos coches había una sábana blanca en el suelo que tapaba algo. Como iba a poca velocidad he podido deducir que era una persona. Encima de donde estaba la cabeza había un casco de obra blanco. Pasé ese punto, llegué al instituto, impartí clase como de costumbre y volví por el mismo camino de siempre. Al llegar a la gasolinera ya no había ni rastro ni había sangre ni había señales de nada.

Lo que haya pasado me quedará oculto para siempre.