viernes, 26 de enero de 2007

El teletransporte, ¿para cuándo?

Me despierto y el cielo está grisísimo (¿esto existe?). Hace un viento huracanado y el agua cae desde el cielo con una cierta violencia. Menudo panorama para el resto del día. Pienso en el viaje hasta el insti. ¿Es posible que encuentre nieve? No lo creo. Lo que me encuentro es con un poco de tráfico. No es mucho pero se nota. Los limpiaparabrisas van a toda velocidad; el cristal se empaña un poco. Un camión pasa rápidamente por el sentido contrario y me ducha; durante un segundo no veo nada. Intuyo la carretera y sigo adelante.

Llego al insti y como hoy entro tarde no hay ningún hueco cerca de la puerta para aparcar. Tengo que dejar el coche donde cristo perdió el mechero y taparme con el Paraguas De Emergencia™ que llevo siempre debajo de un asiento. Por supuesto el paraguas está en un estado ruinoso y por poco no me lo arrebata el viento. Pero se porta como un paraguas adulto y cumple su función.

Clase, clase y clase.

Cuando guardo los libros y me estoy poniendo la chaqueta miro por la ventana de la sala de profes. Llueve menos pero el viento sigue soplando como antes. Me despido de los profes y tan pronto como salgo por la puerta abro lo que un día fue un paraguas negro. El viento lo ha machacado y, cuando llevo medio trayecto, prefiero cerrarlo. Entonces la lluvia arrecia. Dejé el coche en una calle en pendiente y el agua baja al estilo Niágara. Por suerte el coche está en el mismo sitio en que lo dejé; temía que se lo hubiera llevado la corriente hasta la huerta que está al final de la cuesta. Hace unos cuatro años vi como el agua arrastraba un coche y lo ponía en medio de un cruce (quizá no llevaba el freno de mano puesto). Bueno, entro en el coche, pongo Rammstein y el aire caliente. De vuelta a casa. Inocente de mí, pensaba que volver sería más fácil que ir.

Ha estado lloviendo desde no sé qué hora de la madrugada; el suelo ya no absorbe más. Está saturado. Y según el tipo de asfalto de la carretera ésta se mantiene más o menos seca o se convierte en una piscina. La mayoría del trayecto me veo obligado a conducir por la piscina. Lo peor es al tomar momentáneamente una autovía. Aparecen varios camiones a velocidades de vértigo y de sus ruedas se levanta como una neblina formada por gotas diminutas. Cómo no, el asfalto es de tipo piscina. De nuevo toca intuir las líneas de la carretera. Finalmente llego al asfalto bueno y me relajo. Busco aparcamiento mientras pienso en escribir esto en el blog.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

"...like tears in the rain..."

Pos eso.

amelche dijo...

A mí me pasó lo mismito ayer, con la diferencia de que entraba a las 8 am y, encima, la ida era de noche y no se veían bien los charcos. Y la vuelta, me tocó un camión que transportaba un bloque de mármol y varios coches detrás de él (el mío el último). Al principio iba lentísimo, pero luego ya, le metió caña y, para adelantarlo había que ponerse en 120 por lo menos, lo cual, con la cortina de agua que caía y la piscina que tú dices, consideré un suicidio, así que, me quedé detrás de él. Menos mal que en un cruce ya me lo quité de encima.
Pero la vuelta fue casi peor que la ida, era de día ya, pero como si no lo fuera, porque yo no veía casi nada entre lo que caía del cielo, lo que me echaban encima los camiones, una neblina que había y tal, hasta puse las luces antiniebla un rato. Además, pensaba que al llegar a Elche estaría más despejado y era todo lo contrario, aquí estaba cayendo una buena tormenta y todas las nubes negrísimas. Pero bueno, sobrevivimos y lo podemos contar.

Juliiiii dijo...

Uy, no sé si eso de salir y ponerse Rammstein es beneficioso para un docente, eh... O te desestresa o acabamos en los papeles, jejeje.

¿Allí llega Santo Tomás de Aquino?

Un saludo