viernes, 12 de enero de 2007

Cómo se fabrica un matemático (I)

Mientras todos los días parecen el día de la marmota (hoy es más igual que ayer pero menos que mañana) y espero pacientemente a que me llamen a filas voy a contar por qué y cómo he estudiado matemáticas. Sí, un ejercicio tremendo de introspección y trigonometría.

Tenía 16 años cuando caí en la cuenta de que las matemáticas no eran sólo calcular como un poseso y hacer raíces cuadradas a mano. No sé si me di cuenta tarde o pronto; lo que sí sé es que no me gustó lo que tenía delante: polinomios. ¡Cómo los odié! El primer curso del ya extinguido BUP se convirtió en lo que más odiaba: calcular como un poseso, pero con letras. Por si fuera poco, lo que a mí me interesaba, la física, no se veía hasta el siguiente año. De todas formas no era díficil, con letras o con números todo se reducía (literalmente reducía) a calcular calcular calcular....

Al año siguiente las cosas mejoraron porque empezaron a aparecer, y además de forma drástica, nuevas palabras como vector, función, módulo, coordenadas, épsilon.... se estaba abriendo todo un universo de cosas nuevas. Me di cuenta de que estaba mirando sólo la punta de un iceberg enorme. Sufriendo un poco por el formalismo (el uso de los cuantificadores y , es decir, "para todo" y "existe") y el, como vería mucho más tarde, viejo juego del épsilon-delta.

Ya desatada mi curiosidad, me fui un día a un Corte Inglés a mirar los libros de problemas para Selectividad para Matemáticas I de COU. Allí, aparte de no entender nada de nada, vi algo que me parecía más una quiniela que un problema de matemáticas. Sobre todo porque no había operaciones. Vi algo así:
Traté de memorizarlo y se lo pregunté al día siguiente al profesor cuando acabó la clase. La respuesta que me dio fue que eso era muy fácil y que no me debía preocupar. Me quedé con la duda hasta que un año y pico después me compré mi primer libro de matemáticas. Para entonces ya había entendido que había demostraciones, que había unas cosas llamadas teoremas y que había problemas que se salían de los conocimientos que caben en un BUP (con el consiguiente desasosiego).

Uno de los momentos en que más consciente fui de la magnitud de las matemáticas fue cuando me enteré de la existencia de las olimpiadas matemáticas. Al ver esos problemas me parecía que la educación matemática era un granito de arena en un desierto. Había problemas que no parecían de matemáticas como los que tenían que ver con juegos y con estrategias ganadoras. Era raro raro raro....

4 comentarios:

Juliiiii dijo...

Y yo que estudié ciencias puras y que iba encaminado a Físicas por ascendencia paterna... Entre eso y que yo creo que he tenido los profesores más incompetentes en física, química, biología y matemáticas, estoy donde estoy.

A ver si el lunes nos cuentas cómo es tu nuevo insti (y terminas la historia matemática de tu vida, claro).

amelche dijo...

Llegados a ese punto, yo ya había salido corriendo, huyendo de matemáticas a las Letras puras, tras suspender matemáticas de 3º de BUP y no aprobarlas hasta el último examen de pendientes en COU.

Little Snail dijo...

Me siento más rara que un perro verde, pues aún teniendo claro desde siempre lo mucho que me gustaban las ciéncias, el deporte y sus derivados (educación física) transformaron mis decisiones.

Me identifico con lo que hago, pero sé que en algún momento continuaré mi camino "científico-técnico" por algun sendero inóspito.

Saludos y suerte con las listas!

Garin P. dijo...

¡Hola bichillo!
Gracias por comentar. Soy muy desastre. Te tenía en favoritos ya para leerte pero no acabo de organizar mi tiempo. :S. Y además me has enlazado. Estoy ruborizado.

Voy a tratar de encontrar tiempo para leer desde el principio tu blog.

Está bien eso de sentirse un poco raro porque te mantiene despierto y activo. Yo llegué a pensar seriamente en la Filosofía aunque fue poco tiempo. ;-P