lunes, 20 de marzo de 2006

Fallas

Estas fiestas son una burda excusa para poder salir todos los días y beber tanto como en el resto del año. No vi ninguna mascletà, no vi ningún castillo de fuegos artificiales, vi una sola falla (desde lejos), no fui a ver esa ofrenda... La noche del jueves fue de lo más normal: cenar en algún bareto, beber, saltar en una verbena y después acabar la noche en Doors. Al salir ya estaba amaneciendo y caían unas gotas de lluvia que amenazaban con una lluvia fortísima. Nada más tocar la cama caí dormido como un tronco.


El viernes me levanté a las 14h totalmente jodido jurando por los dioses que no iba a beber nunca más en mi vida. Tenía un dolor de cabeza impresionante y el estómago más revuelto que un nudo de autopistas. Cancelé todos los planes de esa noche para descansar porque pensaba que iba a cascarla. Sin embargo me llamó Zoya, que tenía libre esa tarde, y me fui a por ella con el coche con el peligro que ello conllevaba porque yo estaba en un estado lamentable. Por suerte condujo ella a la vuelta. Esa noche no salimos.


El sábado fue la mejor noche con diferencia. La cena fue una puta mierda y un sablazo. Apenas si bebí dos cervezas antes de ir a la verbena de turno. Al llegar allí entre un mar de gente la música parecía no acompañar y nadie parecía pasárselo demasiado bien. Al final, dos amigos y yo decidimos ir a por más combustible porque en el botellón se había acabado la mezcla. Fue entonces cuando comenzó lo bueno. No pudimos ir a la barra de la falla y tuvimos que buscar alguna falla cercana. Las camareras (por llamarlas de alguna manera) parecían estar borrachas o fumadas o las dos cosas. Los precios de los cubatas eran cambiantes y no acertaban con la mezcla. Cuando volvimos con cubatas para todos la fiesta estaba en su apogeo y todos y todas iban totalmente bolingas y con un punto contento que fue la risa. En seguida acabó la verbena y decidimos ir otra vez a Doors. Por el camino volvimos a la barra de las camareras borrachas a pedir más bebida. Pedimos tres whiskys con limón y un ron-cola. La camarera se lió con las mezclas, nos puso un vaso sólo con hielo y se le olvidó el whisky.
—Oye, aquí no falta algo.—dijo un colega.
—Ah sí.—y echó el whisky.
Le preguntamos cúal era el de ron; la respuesta fue: “Éste supongo.”
Al final el precio había cambiado de nuevo y a base de insistir pagamos lo mímino.


Otro momento estelar fue cuando un tío disfrazado de pollo que iba montado en bicicleta casi atropella a un colega. Doors estaba petadísimo pero bueno, ya daba igual. Al llegar a casa había amanecido y había que dormir para el día siguiente.


Quedamos por la tarde con unos colegas para tomar algo. Era patente que todos estábamos destrozados. Sólo uno pidió cerveza y hasta hubo quien pidió un café. En vez de ver quemar alguna falla Zoya y yo decidimos ir al cine pero por lo visto hay firmado un convenio que obliga a que la última sesión acabe a las 19:30. Maldito espíritu fallero. Al final pasamos de todo y nos fuimos a dormir.


Hoy Zoya ya ha vuelto a su casa y yo tengo que ordenar mi cuarto que parece arrasado por el Katrina y preparar las cosas para esta semana. Hay evaluación y me toca quedarme algunas tardes. La semanita se prevé larga.

1 comentario:

amelche dijo...

¡Madre mía! Mad Max era también tu vida loca de aquella época, ¿no? ¡Ja,ja!