martes, 20 de junio de 2006

Pasado, presente, futuro

Yo no llevo nunca reloj; voy preguntando por ahí la hora o la miro en relojes ajenos. Otras veces me la invento, o más bien trato de adivinarla. Hoy ya desde primerísima hora he ido retrasado unos diez minutos. Obras en el camino al insti: llego casi diez minutos tarde. Luego, tenía que comunicar las notas del trimestre y las de la evaluación. He tenido que bajar varias veces a la sala de profes para mirarlo en el ordenador. El ordenador cobra inteligencia y se me pone en huelga. Windows 98 es una castaña.

Llega por fin la clase de los alumnos que se supone que me iban a dar una "sorpresa". Si la sorpresa es que no hay sorpresa pues entonces vale. Qué cabrones. Ya me había hecho ilusiones. No ha pasado nada de nada. Bueno, da igual —da igual pero jode, que uno tiene sentimientos—.


Salgo corriendo y con el tiempo pegado al culo para matricularme en la Escuela Oficial de Idiomas. Estaba citado a las 11h y tenía el número 000002.

A las 10:59 todavía no he entrado en la ciudad y aún me queda la odisea de aparcar. Estoy tentado de seguir la costumbre local de dejar el coche en segunda o tercera fila o atravesado sin pisar mucho el paso de cebra más cercano. Por suerte los dioses se apiadan y precisamente delante de mí sale un coche. Emerge mi instinto más primario de mamífero y marco MI territorio. Aparco. Llego a las 11:25 aproximadamente —veo en el reloj de la EOI—. Ya van por el número 24 y me toca esperarme hasta las 12h. Bueno, mientras, aprovecho para mirar los grupos disponibles y los horarios.


Me toca y realizo las transacciones burocráticas brevemente y con éxito, a pesar de haber perdido el carnet (a saber dónde lo habré metido). Este año ha

y una novedad: cambian el carnet (justo a tiempo para mí) y en vez de una cartulina con una foto grapada ahora tengo una tarjeta de plástico con banda magnética. En ella aparece la fachada de la EOI blanca como el alma de un ángel. ¡Y una mierda! Cualquiera que haya visto la fachada de la EOI con sus propios ojos estará de acuerdo conmigo en que parece sacada de la posguerra soviética. Es absolutamente gris y por dentro está recubierta de paneles de madera que le dan un aspecto demasiado obsoleto. Eso por no hablar del salón de actos... En el carnet le han hecho un "lavado de imagen" y unos retoques que ni los de las revistas con las modelos. Pero si se nota mogollón que hay cuatro ventanales idénticos.

Subo al primer piso y en la biblioteca me hago una foto digital y voila! ya tengo mi carnet, el cual no sé para qué sirve ni me importa en absoluto. Finalmente es hora de volver al hogar. Esta tarde me toca sesión de informes individualizados después de estudiar un poco. Garin, eres un jodido quejica.

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