jueves, 24 de enero de 2008

Enfrentamiento

A última hora tengo clase con el grupo «elemental»; insoportables como siempre. El Elemento está, en el pasillo, encajando como puede una charla de un grupo de profesores. Ya vendrá cuando lo manden al aula, pienso. El alumno enorme, está en su linea: no saca los libros, ni libretas ni nada y se dedica a girarse, a molestar a las dos chicas que hay detrás y a pasar de todo. Lo cambio de sitio. Protesta y jura (pero en realidad perjura) que no hará nada más y que se portará bien. Tras mucho esfuerzo y poner cara de cabreo consigo que se cambie.

Ahora está al lado de otro que es el mejor de la clase pero también es un cabroncete de cuidado. Al alumno este (lo llamaré Alumno) le gusta pinchar a los demás y fastidiarlos para luego esconder la mano que tira la piedra. Empieza a molestar al grandullón y éste se mosquea, con razón. Cambio a Alumno y, cuando se levanta para mover la mochila y los libros le da en un golpe en el hombro al grandullón, golpe al cual responde y ya está liada la escalada de la agresividad. El grandullón se levanta enfadadísimo moviendo las mesas y el otro le vacila. Va hacia él como un poseso y apenas puedo contenerlo agarrándolo del brazo porque las mesas, sillas y papeles vuelan y casi me impiden llegar a él. Le grito en la cara que está expulsado y que tiene una amonestación; lo mando al cuarto de los castigados. Cuando sale de la clase, lo hago yo también detrás de él y le echo el típico sermón. Le digo que tiene un parte grave.
—Y él, ¿qué? Él también me ha querido pegar. Pónselo a él también. Si me lo pones a mí, a él también, etc etc.
—Eso no es cosa tuya. Ahora, al cuartito. ¡Largo!
Y entro en el aula cerrando con un portazo que casi saco la puerta del dintel y me dirijo directamente a Alumno que está sentado mirando el libro.
—Tú, te vas a hacerle compañía al cuarto. Tienes un parte leve.
Y se pone a suplicarme. Que no se lo ponga, que no lo hará más, que ha sido sin querer. Yo oigo llover. Finalmente se le humedecen los ojos y siento una mezcla de culpa y felicidad.
—Garin, por favor, no me lo pongas que hoy ha sido un día muy malo; que me han puesto una multa con la moto.
Pero no cedo y se levanta medio llorando.
—¿Puedo recoger?
—No.
Sale.
Al minuto vuelve pidiéndome de nuevo que no le ponga el parte. Lo ignoro.
La clase, desde ese momento transcurre en perfecto silencio, algo deteriorado cuando vuelve el Elemento de su charla profesoral. Luego hablo de él.

Acaba la clase y se van todos. Me quedo en el aula con las luces apagadas, la puerta abierta y sentado en la silla que está de cara a la puerta, a esperar. Viene Alumo y recoge en silencio; viene el grandullón silbando la canción de Verano Azul y recoge. Yo, callado. Al rato, cuando casi lo tienen les digo que hay deberes y señalo la pizarra. Lo anotan. Y ahora viene lo bueno: el diálogo de besugos.

El grandullón me pregunta si les voy a poner los partes y les contesto que claro que sí.
—Y, ¿por qué?
—Es que no lo sabes.
—No.
Silencio.
Alumno vuelve a contener las lágrimas y me dice otra vez lo de la moto.
El grandullón dice que ya han hecho las paces y son amigos otra vez. Que por eso les tengo que quitar el parte.
—No— digo.
—Podrías ser como los demás profes, que son amables.
—O sea, que no soy amable.
Duda un poco.
—Pues no.
—No soy amable porque no te quito el parte.
—Eso es.
—Ajá.
—Y además eso era una cosa entre Alumno y yo. Tú no tienes nada que ver.
Ya me harto.
—Siempre hay que estar llamándote la atención: saca el libro, saca la libreta... no paras de hablar y de molestar y en cuanto entras en clase, tiene que ver conmigo; si ocurre algo como lo que ha ocurrido hoy me molestas a mí, molestas a los demás compañeros y revientas el curso de la clase. Nos afecta a todos. El mal ya está hecho.
—Pero no lo volveremos a hacer.
—Es lo que debe pasar.
—¿Nos quitas el parte?
—No.
—Pero ya somos amigos y nos hemos disculpado.
—Os habéis disculpado entre vosotros... y conmigo, ¿qué?
—Contigo qué de qué.
Suspiro.
—Perdón —dice Alumno con la boca pequeña.
—Perdón —dice el grandullón con la boca todavía más pequeña—. ¿Nos quitas el parte ahora?
—No. Ya no se puede quitar.
—¡Es injusto!
—Ah sí, que te ponga un parte por lo que has hecho es injusto.
—Pero ya hemos reflexionado; no lo haremos más —dice Alumno.
—Mira, si yo robo un ordenador en Media Markt y me pilla la policía y les digo que lo siento, que no lo haré más pero que me quedo con lo que he cogido. ¿Qué te parece?
—¡Garin, que no hemos robado nada! —exclama el grandullón.
—Salid del aula que tengo cerrarla.
—Pero...
—Fuera. Vamos.



En otro orden de cosas, resulta que el Elemento quizás no llegue a ser expulsado (y tiene 5 partes) porque ha negociado, junto con sus padres, con Jefatura que en vez de estar fuera del insti estará en el cuartido de castigo solo, haciendo deberes. Me parece que flaco favor le estamos haciendo. Por lo menos ha prometido (cosa que no me merece ningún crédito) que se portaría bien.

4 comentarios:

Tío Rubo dijo...

Es una putada tener que aguantar niñatos de la ESO, y yo fui uno de ellos (nací en el 84 así que me tocó estrenarla). Yo ahora en el ciber si tengo problemas con alguno de esa clase lo tengo fácil: Primero les advierto con cara seria y voz grave, si insisten ya paso, les devuelvo el dinero y les cierro el PC, que no estoy yo cobrando como para tener que aguantar gilipolleces.

Lo malo que tiene tu blog es que me recuerda demasiado a mis aventuras escolares. Yo era el típico de la clase que es inteligente pero vago como Garfield. Al principio era problemático para hacerme el gracioso, debo reconocerlo, pero luego, como suelen decir, coge fama y échate a dormir: Los profesores ya me tenían de ojo aunque yo intentase mostrar una actitud más constructiva.

Entre eso y que las clases me resultaban horriblemente aburridas porque no soy capaz de aprender por repetición, acabé dejando de estudiar en 2º de bachillerato. No soy capaz de memorizar algo si no entiendo realmente para qué sirve.

En fin, no debería darte el coñazo con mis frustraciones. Es sólo que toda mi vida llevo pensando que el sistema educativo no vale por igual para todo el mundo, y algunos podrían (podríamos) haber tenido otra salida de haber contado con la enseñanza apropiada.

Un saludo tío, un placer leerte. :)

Garin P. dijo...

Yo me libré de la ESO por pelos, soy del 81. No era muy trabajador pero en general me gustaban las clases.

Siento que te recuerde "aquellos maravillosos años", a mí a veces también me los recuerda, pero otras veces parece otro mundo.

Tengo alumnos que son como tú fuiste y jamás he tenido ningún problema con ellos. De hecho, mejor, porque las mates se prestan a ello. Yo trato de que memoricen lo mínimo y razonen lo máximo.

Por cierto, yo tengo también ese problema: me cuesta retener datos si no sé qué significan o de dónde salen. Odio lo memorístico.

Bueno, este sistema educativo sí atiende a la diversidad; hay multitud de formas de la ESO. Se hacen adaptaciones etc... y eso está bien, lo que pasa es que se ha fomentado el "para qué esforzarme si me van a dar el título igualmente".

Gracias por comentar Tío Rubo.

¡Joder! Si aún no te he enlazado. voy p'allá.

amelche dijo...

No sé si será la luna llena, pero hijo, yo llevo una semanita del estilo que has contado en este post. Más un resfriado que me ha dejado casi afónica (y he aguantado porque he tenido excursión dos días, si no caigo y pierdo la voz del todo...). Medio muda y todo, he llamado ya a no sé cuántos padres de mi tutoría esta semana, llevo llamando desde el martes. Tengo la suerte de que los padres responden y echan unas broncas tremendas, así que, al terminar la semana, parece que está todo controlado otra vez. (¡Espero!, porque ya te digo que ha pasado de todo estos últimos días.) Hoy ya estaban firmes y sin tonterías en clase y hasta me ha llorado un alumno más alto que yo para que no lo expulsara (no pensaba hacerlo, pero él creía que sí y estaba bastante acojonado). Le he dicho que le daba una semana de prueba, a ver cómo se porta. Espero tener unos días de tranquilidad... No les durará mucho, pero al menos creo que me darán una o dos semanas de calma y luego tendré que volver a ponerme seria.

Garin P. dijo...

Buff.. Con razón dicen en la tele que hoy es el peor día del año y la peor semana. Algo hay en el ambiene que les revoluciona. ¡Ánimo!

Yo estoy algo tocado de la garganta. Este tiempo tan extraño me tiene un poco loco. Por la mañana escarcha en el coche y cuando salgo de clase 23ºC. ¿Erosión por cambio de temperatura?

Después de la tempestad...