Apretando los pernos

Esta semana, al igual que el año pasado, es un tanto rara porque semana santa está muy muy cerca y las ganas de trabajar se han quedado dormidas en los laureles. El lunes tuve la última evaluación, la de mi 1º de Bach: curso en el que el 95% son unos mantas. A mí por lo menos no me dan problemas de conducta como a otros profes que están quemadísimos con la clase pero cada vez me vienen menos. Y eso que las notas no están tan mal. Sin embargo, la conclusión de la evaluación es clara. Calentando el asiento no van a conseguir pasar el curso como el año pasado les pasó en 4º. Al final, han trabajado, parece que se han esforzado un poco y ale, título al canto. Pero vete a hacer ciclos que el bachiller es para gente que tiene ganas de trabajar. Sí sí sí. Pero en septiembre, allí estaban.

Mis 27 alumnos, hoy reducidos a 14, le han visto las orejas al lobo hoy porque hay que adelantar la materia y la probabilidad no es difícil pero hay fórmulas que no puedo obviar y hay que aprenderlas. Los resoplidos han sido el hilo musical de la clase. Se siente chicos.

Cambiando de tema, leo en el Csi-Csif, un sindicato de profes, dos noticias malas malas para mí. 1) No hay problemas en la oposición; y 2) parece que de 90 plazas se pasa a 70. Bufffff.

Algo pasa por mi cabeza: programación, programación, programación...