viernes, 6 de marzo de 2009

Notas

Esto va in crescendo.

Cuando pensaba que ya nada era más fuerte me cuentan esto:

El tutor de una alumna mía me lleva a un rincón de la sala de profesores y en privado me dice que sabe que el padre de ella le pega, y también a la madre, pues se lo contó entre lágrimas. Y que si le lleva las notas con seis o siete suspensas, la va a poner tibia. Dice que él ha pensado en la posibilidad de falsear las notas; es decir, imprimir el boletín normal y otro falso con las notas modificadas para el padre. Pero eso es ilegal porque el boletín de notas es un documento oficial. Aún así, el tutor se lo ha propuesto a la directora que se niega y le dice que lo que deberían hacer la madre y la hija es denunciar, pero eso es tan difícil.

Visto que el plan del doble boletín ha fracasado, propone que algunos profesores aprobemos a la chica pero sólo por salvarla de una paliza. Bien, pues lo que me quería pedir el tutor era si yo estaba dispuesto a hacerlo. No es por falta de ganas pero no me apetece ser complice en un asunto de falsificación de documentos. Y no me parece la solución al problema pues puede tener consecuencias inesperadas. Y, para qué negarlo, estoy en prácticas y algo precario todavía. Ya he tomado la decisión de no aprobarla, en cambio añadiré junto al boletín una nota manuscrita que diga que su evolución es positiva (que no es del todo verdad pero tampoco mentira). El lunes tenemos la evaluación de su grupo. Veremos qué pasa.

¿Qué harías? ¿Y si después de entregar las notas nos enteramos de algo desagradable?

8 comentarios:

amelche dijo...

¡Madre mía, qué historias! Pues lo suyo sería denunciar a la policía ya. Porque si ellas no denuncian y el tutor tiene pruebas, aunque sean sólo indicios, esto es como el médico: llega una mujer maltratada y se denuncia de oficio, por lo que pueda pasar. Somos profesores y, por tanto, testigos de malos tratos. O, si tenemos sospechas fundadas de ellos, hay que ir y denunciarlas. A Servicios Sociales del ayuntamiento, a la policía o a quién sea.

Pero la solución no es ni falsificar notas ni aprobar por el morro. Yo lo veo así.

Anónimo dijo...

Vaya. Qué dilema. Algo parecido me ha pasado. Soy el instructor del expediente de un alumno. Su padre también le pega. Si le pongo una pena (expulsión muy larga) también se llevará una paliza. ¿Es parecido eh?

Garin P. dijo...

Si hubiera pruebas habría que denunciar ipso facto pero, por lo que yo sé, sólo tenemos las palabras de la alumna. De lo que ocurriera otros años no sé nada excepto que una vez jefatura intentó denunciar y que al final se quedó en nada (según el tutor).

Cierto es que aprobar por la jeta o falsificar notas no va a arreglar nada pero es inevitable no sentir cierta congoja.

Joder Anónimo, es verdad que es muy parecido. Por desgracia, si el chaval se ha ganado un expediente, motivo tendrá y es inevitable expulsarlo. Me imagino que le corresponde una pena un poco menor de la correspondiente, ¿o no?

Saludos.

soy amarillo y azul dijo...

Suscribo las palabras de Amelche una a una.
Saludos.

Anónimo dijo...

¡Es un tema tan delicado!
En cuanto se pone en funcionamiento el engranaje de las denuncias, no va todo sobre ruedas como cabría esperar y desear.
Nuestra situación, como docentes y no como sufridores, nos hace ver la solución como algo fácil... y yo creo que no lo es. No sé cómo será con chicos de la ESO y Bachillerato; con peques de infantil y primaria tienen mucho que ver otras personas ajenas a quien dio la primera voz de alarma: el maestro.
En el caso que conozco de primerísima mano intervinieron: la Técnico Social, el Equipo de Orientación Psicopedagógica, un pediatra (no pudo contarse con la asistencia del forense), la Guardia Civil (por si era requerida su actuación), los padres... todo ello basándose en la "apreciación" de los signos de maltrato que vio la maestra en su alumna. Eran evidentes... pero el pediatra no afirmó -ni firmó- en ningún momento que fueran muestras evidentes de maltrato (heridas circulares, todas del mismo diámetro, todas en la misma zona -no visible con ropa- y "explicadas" por la niña (4 años); según él, podían ser picaduras de insectos ¿¡¡¡¡¡¡!!!!!!!?. Fin. Seguirá el seguimiento a la familia, eso sí. Y a rezar para que no tomaran represalias contra quien levantó la liebre.
¿Se ha evitado el futuro maltrato apar esa niña? ¿Se realizará de otra forma que no deje secuelas físicas?

No somos testigos de los malos tratos, Amelche: ese es el problema. La cadena que debería llevar al final se rompe en algún sitio.

Suerte

amelche dijo...

No seremos testigos físicos, quizá no lo hayamos visto, pero los médicos tampoco lo ven, ni saben quién ha sido, y bien que denuncian cuando llega algún caso sospechoso al centro de salud o el hospital. Quizá lo que falten sean leyes que nos permitan hacer lo mismo. Y que no vaya tan lento todo, como dices.

Otra cosa es lo que dice Garin de que sea un invento del alumno/a en cuestión, que también podría ser. Por eso yo dije: "sospechas fundadas". Sobre todo, si la madre (que parece que también sufre malos tratos) había contado algo más al tutor.

Anónimo dijo...

Estamos de acuerdo en lo fundamental: no debemos/podemos quedarnos de brazos cruzados ante estas situaciones.
Pero es que cada caso es “un mundo” con realidades diferentes y que no se deberían tratar de la misma forma; que el protocolo que se sigue no es, quizá, el más adecuado para resolver algunos casos de alumnos donde la edad es determinante (p.e., un niño de 4 años no tiene intereses creados y depende de la decisión y actuación de sus mayores); que antes de hacer un “paripé de alarma”, con un cuasijuicio informal que puede acabar en nada, debería llevarse a cabo una investigación (a quien le corresponda) en el entorno del maltratado (de forma intensa y rápida) y después la reunión de las partes (y no a la inversa); un médico puede decir -lo ha hecho- que no está seguro de que las cicatrices/señales sean consecuencia de maltrato "x" -él solito puso un punto y seguido al tema-; se deberían tener previstas una serie de medidas que facilitaran la actuación de quienes están en contacto directo con el “posible maltratado” erradicando, a ser posible, las amenazas de su entorno cuando se sienten presionados; que necesitamos que nuestros alumnos no frivolicen con este tema para sacar provecho (llámese eliminar suspensos, condescender con ciertas comportamientos...) y en el caso de que lo hicieran, la aplicación de las correcciones oportunas y previstas por el centro.

Garin dice que una vez Jefatura intentó denunciar y quedó en nada. Haría falta saber el porqué del parón. Quizá ahí esté la solución.

Por último, estamos de acuerdo -también- en que falsear unas calificaciones no es la solución.

Buena suerte

amelche dijo...

CHUS: Totalmente de acuerdo contigo. Hace falta un protocolo de actuación claro, tanto por nuestra parte (qué hacer si nos encontramos con un posible caso de maltrato) como por parte de los servicios sociales o quién corresponda. Pero no es posible que en nuestra sociedad ocurran casos como el de la niña de Barcelona (creo que se llamaba Alba) que estuvo en coma por una paliza del padre y le quedarán secuelas toda la vida.