Normalidad

Parece que todo ha vuelto a la normalidad en el insti. Yo he entregado la memoria. El padre maltratador no ha destrozado a su hija aunque le cayeran seis (ahora contaré algo más de esto). Cachocarne sigue molestando de una manera terrible.

El jueves pasado tenía en mi tamagotchi (unidad SGD) un mensaje que me recordaba entregar la memoria. Por la tarde me puse y el viernes ya la tenía lista. Una cosa menos de qué preocuparse.

Hoy he hablado con el tutor de alumna maltratada. Vino el padre, un latin king con más cuello que Fernando Alonso. Varios de los suspensos eran cuatros y medio temblando el tutor le dijo que tenía posibilidades. Después, al hablar con la alumna le dijo, que por todo lo que más quisiera, que se esforzara. Y la verdad es que se ha aplicado. A ver lo que le dura. Yo no creo que lo consiga pero bueno...

Y el tema de Cachocarne es que ya cansa. Por algún motivo oscuro que no llego a comprender en mis clases se porta bien; bueno, matizo, no se porta mal porque no pega ni sello (o como se dice por aquí: no pega ni brot). Y eso que lo sufro cinco veces a la semana. Sin embargo, con otros profesores como el de Valenciano o la de Castellano o la de Dibujo, que es la tutora la lía parda. Durante esta semana lo he llevado al aula de convivencia en dos de las tres guardias que tengo.
Nunca había visto a la directora con la vena hinchada, casi perdiendo los papeles farfullando: «No lo aguanto. Hay que hacerle un expediente ya. Este se larga. ¡Se larga!» La jefa de estudios se echó las manos a la cara cuando le dije que, otra vez, el profesor de Valenciano lo había expulsado por gritarle y lanzar una silla. Medio gimió como diciendo: «Nooo, no puede ser.»

He oído que puede estar expedientado y expulsado durante un mes. Ya veremos. De momento, sólo espero que durante mis clases no se le crucen los cables.