El castigo de Cachocarne
Últimamente me cuesta escribir en el blog. Lo acabo haciendo a horas intempestivas y casi por compromiso. Así no va bien. Pasan cosas en el insti pero no sé cómo contarlo y lo de las prácticas está un poco detenido porque no he empezado a escribir la memoria; lo haré en enero.
Tras la expulsión, Cachocarne volvió a portarse fatal. Pocos adjetivos califican adecuadamente su comportamiento. Sin libreta alguna desde el comienzo de curso y sin querer sacar el libro se dedica a girarse, hacer ruiditos y pasarse notitas con otro que también está empanadilla. Varios de la clase, viendo que era imposible seguir con la explicación 5 minutos seguidos se ofrecían a llamar a alguien de guardia o a la jefa de estudios para que se lo llevaran. Me negué porque por lo que ya he visto, Cachocarne se escapa y se pone a correr por los pasillos haciendo ruidos de moto y se tira por el suelo. Así que tomé nota, con la vena de la frente palpitando de ira.
No está bien, pero con este tipo es la única vez que he tenido realmente ganas de cruzarle la cara a un alumno. Es turbador. En serio que me dan ganas de cogerlo de la cabeza y estrellársela contra la mesa y luego seguir con la explicación mientras se oye el goteo de la sangre que sale de la nariz. Pero nada de eso puede pasar, por supuesto.
Así que lo mantuve en clase y además le hice salir el último. Genial ver la cara que puso. Al tocar el timbre todos salieron y me quedé con él. Acto seguido nos fuimos al despacho de la jefa de estudios. El lunes vinieron los padres y el amigo recibió tal bronca que fue incapaz de hablar durante horas. Esta semana se encuentra castigado en la (j)aula de convivencia. Ese espacio que han inventado desde la conselleria. Se comprometió a cambiar, ya veremos.
Tras la expulsión, Cachocarne volvió a portarse fatal. Pocos adjetivos califican adecuadamente su comportamiento. Sin libreta alguna desde el comienzo de curso y sin querer sacar el libro se dedica a girarse, hacer ruiditos y pasarse notitas con otro que también está empanadilla. Varios de la clase, viendo que era imposible seguir con la explicación 5 minutos seguidos se ofrecían a llamar a alguien de guardia o a la jefa de estudios para que se lo llevaran. Me negué porque por lo que ya he visto, Cachocarne se escapa y se pone a correr por los pasillos haciendo ruidos de moto y se tira por el suelo. Así que tomé nota, con la vena de la frente palpitando de ira.
No está bien, pero con este tipo es la única vez que he tenido realmente ganas de cruzarle la cara a un alumno. Es turbador. En serio que me dan ganas de cogerlo de la cabeza y estrellársela contra la mesa y luego seguir con la explicación mientras se oye el goteo de la sangre que sale de la nariz. Pero nada de eso puede pasar, por supuesto.
Así que lo mantuve en clase y además le hice salir el último. Genial ver la cara que puso. Al tocar el timbre todos salieron y me quedé con él. Acto seguido nos fuimos al despacho de la jefa de estudios. El lunes vinieron los padres y el amigo recibió tal bronca que fue incapaz de hablar durante horas. Esta semana se encuentra castigado en la (j)aula de convivencia. Ese espacio que han inventado desde la conselleria. Se comprometió a cambiar, ya veremos.
3 comentarios:
¡Vaya! ¿Algo no va bien?
Hay épocas buenas y otras que no lo son tanto. Dale tiempo al tiempo. Ya has llegado a una de tus metas, supongo, este verano. Ya le encontrarás el "gustito" a otro objetivo.
En lo que tenga que ser, suerte. ¡Y ánimo!
Un saludo
Si es la única vez que has sentido esas ganas, 1) eres un santo varón, 2) has tenido santos por alumnos hasta ahora. :-D
Bueno, fue una semana algo mala. Pero parece que ya pasó. Te haré caso, Chus. Le daremos tiempo a la cosa.
Pues me asusta tener esos pensamientos. Siempre, de una manera u otra he podido torear a los alumnos, incluso al famoso Elemento del curso pasado. Pero es que el chaval este ha roto el molde.
Hoy me he enterado que a la profesora de Castellano le ha montado una en clase faltándole al respeto y todo. En fin. A mí, me vino a clase y más o menos bien. Bueno, para qué mentir, mal, pero comparado con lo fatal de antes, es incluso bueno porque ya sacó la libreta y copió y hasta intentó los ejercicios. ¡Y todo eso sin levantarse de la silla!
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