martes, 26 de septiembre de 2006

La matrícula

La secretaria de mi departamento en la uni me ha llamado diciendo que me tengo que matricular otra vez de la tesina (cuyo nombre técnico es Trabajo de investigación III) porque no la he defendido en los plazos previstos. Es lógico: no la tengo acabada; pero son molestias. Eso por no hablar de las molestias económicas que supone. Pero despues de los papeleos a los que ya me he acostumbrado estos los despacho en nada.

He bajado hasta el 45 en la bolsa, a falta de lo que pase hoy porque suelen actualizar sobre las 15h.

Bueno, me voy a currar un poco en la tesina.

miércoles, 20 de septiembre de 2006

Academia

He bajado puestos. Tengo 49 personas delante de mí en la bolsa de trabajo. Enseguida me van a llamar. ¡Bien!

La academia está bastante bien, el ambiente es bastante bueno. 5 horas es una paliza pero bueno, ya acabó.... por esta semana. En el aula hay un crucifijo como mi brazo de grande con cristo crucificado y todo. Yo creo que me ha guiñado un ojo. Eso fue efecto del calor que hacía allí dentro.

Voy a dormir un poco que tengo la cabeza como unos dobles bombos.

Una decisión dura

Hoy estaba de nuevo convocado en Murcia. Finalmente he decidido no ir. Me tengo que centrar en las opos y si pillo una de las vacantes que están tan lejos de la academia y la tesina y también de Zoya no creo que pueda hacerlo. Coger una sustitución tampoco me satisface. Así que voy a esperar a que me llamen de aquí, a ver si hay suerte y no me toca ir muy lejos. Al menos está esa posibilidad, pero también puedo ir a parar al exilio y me sentiré como un capullo por no haber cogido la vacante a tiempo parcial en Murcia cuando estuve a tiempo.

Ayer estaba el número 70 en la bolsa de trabajo. He bajado 14 puestos, no está mal. A ver cuándo me toca salir a jugar. La tesina sigue su ritmo, lento pero implacable, y va avanzando. Le puse los márgenes correctos y he conseguido 26 páginas. En matemáticas lo típico es poner unos márgenes que harían volverse rojo de ira a un ecologista. Yo estaba usando los que suelo poner para los trabajos y/o apuntes, apuro al máximo.

Pronto tengo la primera clase de la academia. A ver cómo soporto las 5 horas seguidas.

¡Lector anónimo! Sí, tú. ¿No vas a probar a decir algo en el post del jeroglífico? ¿O es pura pereza?

sábado, 16 de septiembre de 2006

Jeroglífico

jueves, 14 de septiembre de 2006

La mente del interino

Acabo de llegar de Murcia.

Nos habían convocado en el salón de actos del Archivo General de la Región de Murcia, un edificio muy moderno con parquet y puertas de hierro y muy iluminado todo. Miro mi nombre en la lista de personas y miro la de vacantes que me da una mujer. No creo que me llegue. Sin embargo, cuando las mejores plazas han sido rápidamente cazadas veo que hay posiblidad real de que me toque decidir cuál coger.

No es una decisión fácil. Si resulta que, al tocarme el turno, queda una sustitución debo cogerla o seré expulsado de la lista. Si es una vacante a jornada parcial, puedo rechazarla sin problema, no seré expulsado. Si hay alguna vacante a jornada completa, de nuevo es obligatorio si uno no quiere dejar de formar parte de dicha lista. Por si fuera poco, estoy también en la bolsa de la CV. Como allí son más vagos que las piedras no han habilitado la consulta del número de lista hasta esta tarde. Tengo delante a 82 personas.

Resulta que cuando me llega la hora de elegir sólo hay vacantes de jornada parcial. Y tengo serias dudas sobre qué hacer. Todas están donde Napoleón perdió el gorro pero son puestos para todo el año. Pero pagan poco. Pero tengo tiempo para estudiar opos. ¿Y mi tesina?

Hay que replantear objetivos y el mío ahora es aprobar unas opos. En Murcia no se convocan este año. Luego he de aprobar las de la CV. Para eso me he apuntado a la academia, yo, que soy tan anti-academia. En consecuencia, no he cogido ninguna vacante. Pero esto no soluciona nada; en la próxima convocatoria podría estar obligado a coger una sustitción. ¿He decidido bien? No tengo ni idea.

martes, 12 de septiembre de 2006

Calentando motores

La tesina sigue avanzando por buen camino. Se han abierto nuevas puertas por las que colar contenidos y lo tengo que aprovechar. Por otro lado eso implica un esfuerzo extra para conocer un área que me es un tanto ajena. Da igual, estoy ilusionado y el esfuerzo tendrá éxito.

El otro día tuve una reunión con mi tutor ¡en un examen! Fue un poco raro porque entré con él, y con otro doctorando al que le tocaba "vigilar" también en el examen y, como yo tenía que escribirme algunas notas acerca de la tesina, me senté en la mesa del profesor. ¡Qué distinto es de un aula de secundaria! Desde allí parecía un teatro. Pude ver alguna cara conocida a pesar de que era una asignatura de 3º. Luego, yo y mi tutor nos fuimos a tomar café. Después seguimos charlando con entusiasmo renovado sobre la tesina.

Hoy me he apuntado a una academia. Está claro que si no me disciplino un poco no voy a aprobar las opos. Empiezo las clases la semana que viene. Esto también me ilusiona.

Por si fuera poco, esperando que me llamen para currar, veo que me han convocado en Murcia. Así que el jueves tengo que hacer un viajecito hacia el sur. Todo se mueve rápido menos yo. Y me da la impresión de que el coche escoba me va arrastrando. Tengo que ponerme las pilas de una vez. Por si fuera poco, en medio més aproximadamente empezarán las clases en la escuela de idiomas (aka EOI) y no sé si podré asistir.

Buenas noches pasadas por agua.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Isaac Asimov

Estoy últimamente enfrascado en la lectura del primero de dos libros (al menos) de relatos cortos del genio Isaac Asimov. Y mientras leía uno llamado «Sensación de poder» me he quedado perplejo imaginando qué le tenía que pasar por la cabeza a este hombre mientras escribía sus cuentos. Son geniales. Éste me ha gustado tanto que voy a reproducir un fragmento:


[...]
El alto y distinguido Shuman, programador de primera, se enfrentó a ellos sin aprensiones.
—Caballeros, les presento a Myron Aub —dijo.
—El poseedor de ese talento inusitado que usted descubrió por casualidad —comentó plácidamente el diputado Brant —¡Ah!.
[...]
—¡Aub! ¿Cuánto es nueve por siete?
Aub titubeó un momento. Los ojos claros le destellaron de angustia.
—Sesenta y tres —respodió.
El diputado Brant enarcó las cejas.
—¿Es correcto?
—Verifíquelo usted mismo, diputado.
El diputado extrajo su ordenador de bolsillo, tocó dos veces los bordes laminados, miró la pantalla y lo guardó.
—¿Este es el talento del que nos ha hablado? ¿Un ilusionista?
—Más que eso. Aub ha memorizado algunas operaciones y hace cálculos con ellas sobre el papel.
—¿Un ordenador de papel? —dijo el general, con cara de lástima.
—No, señor —replicó Shuman con paciencia—. No un ordenador de papel, sólo una hoja de papel. General, tenga la amabilidad de sugerir un número.
—Diecisiete.
—¿Y usted, diputado?
—Veintitrés.
—Bien. Aub, multiplica esos números y muestra a caballeros cómo lo haces.
—Sí, programador.
Agachó la cabeza. Sacó una libreta de un bolsillo de la camisa y una pluma del otro. Arrugó la frente mientras trazaba marcas en el papel.
El general Weider lo interrumpió con brusquedad.
—Veamos eso —. Aub le pasó el papel—. Bien, parece el número diecisiete.
El diputado Brant asintió.
—En efecto, pero supongo que cualquiera puede copiar números de un ordenador. Creo que yo mismo podría dibujar un diecisiete aceptable, incluso sin practicar.
—Por favor, caballeros, permitan ustedes que Aub continúe —les pidió Shuman sin acalorarse.
Aub continuó con mano trémula.
—La respuesta es trescientos noventa y uno —dijo al fin con un hilo de voz.
El diputado Brant sacó su ordenador y tecleó.
—Santo cielo, así es. ¿Cómo lo adivinó?
—No lo adivinó, diputado —le explicó Shuman—. Calculó el resultado. Lo hizo con ese papel.
—Patrañas —rechazó el general con impaciencia—. Un ordenador es una cosa y unas marcas en un papel son otra.
—Explíqueselo, Aub —ordenó Shuman.
[...]


Me parece tan genial que voy a transcribir la historia entera y la pasaré a mis futuros alumnos como lectura. Eso sí, será opcional. A parte de que esto les podría hacer pensar un poco en la calculadora, les puedo descubrir al gran Asimov. Además, las fotocopias las paga el instituto.


Me encanta. Me encanta.


He sabido de este libro gracias a la página C.P.I. de la cual hay un lilnk ahí al lado. Si qiueres saber algo más (aunque sea inútil) ya sabes: haz click. El post del libro es éste: Cuentos Completos I. A ver si me traen el segundo volumen ya, que se me va a acabar.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Flipado

Acabo de tener una conversación telefónica que me ha dejado muy rallado. Una amiga de la carrera, que también está en esto de la interinidad, me ha preguntado por la resolución de un problema. En la carrera hemos resuelto problemas de esos hasta la náusea pero ella no se acordaba y supongo que ¡qué pereza mirar los apuntes!. Así que decide llamarme porque tengo una pequeña fama de resolutor de problemas de mates (si fueran problemas de la vida..., ¡ay!).

Esta persona es una interesada, cuando tratabas con ella había que estar siempre en guardia, porque si podía sacar algún provecho de tí, lo intentaría. No es la primera vez que alguien me pide que le resuelva un problema. Yo estoy encantado. Pero cuando he visto su nombre en el móvil, no he podido pensar: "¿Qué quiere ésta?". Descuelgo el teléfono.

Tras un poco de lo que yo llamo "charla insulsa" me dice si le puedo ayudar con un problema, que es de un examen y que no le sale. A veces, ella da clases particulares y pensé que sería de algún alumno suyo que tendría el examen en breve. Le digo que me lo cuente a ver qué se puede hacer. Me lo cuenta. Yo no recuerdo bien el método estándar para resolverlo pero sí me veo capaz de hacerlo. Le digo que no tengo muy claro cómo hacerlo y que lo voy a pensar, que luego se lo mando al correo todo bien escrito y ale, arreglado. Pero entonces todo da un giro raro raro.

Resulta que lo necesita para antes de una hora porque uno al que daba clase, está en el examen y le ha mandado una foto del problema con el móvil para que se lo resuelva. Lo siguiente es que ella le mande la solución fotografiada y el alumno lo copie. Me dice: «Piénsalo y me llamas y me lo dices.» Me quedo tan flipado que sólo acierto a decir, "Pues es que estoy con la tesina...". Me recompongo un poco y le digo "Prueba a hacer esto y aquello. A lo mejor sale". Lo que voy a hacer es gastarme ni un € en decirle nada, ni siquiera para decirle que no sale aunque no lo haya intentado. Y ella dice que lo que cuento no cabrá en la foto. Yo ya no sé si descojonarme. Y a mi qué me importa. "Pues no se ocurre nada más". Pero lo digo porque quiero finalizar la conversación; sí se me están ocurriendo cosas pero no quiero decirlas. ¿Por qué tengo que perder el tiempo con eso? Finalmente, un poco más de "charla insulsa" y dice que va a probar lo que le he dicho.


Cuelgo y me imagino a un fulano en un examen de universidad con su móvil última generación haciendo una foto a un ejercicio y escribiendo un mensaje de SOS (que no SMS). Por Zeus, es absurdo.